09 marzo, 2011

IMÁGENES URBANAS QUE CONSTITUYEN IDENTIDADES Y REPRESENTACIONES

La educación en medios también implica  acompañar a los niños a que puedan procesar, contextualizar y comprender imágenes que no suelen estar incluidas en los programas mediáticos infantiles pero que sí forman parte de las visualizaciones cotidianas de las grandes ciudades.

“ La ciudad no ofrece a todos lo mismo, pero  a todos ofrece algo, incluso a los marginales que recogen las sobras producidas de los incluidos”
Beatriz Sarlo (2009)
“¿Por qué si  yo no me puedo sentar en la vereda porque está sucia ESOS NENES si pueden?”  (Ignacio. 4 años)
¿Cómo educadores y padres qué respuestas damos a los niños pequeños ante estas preguntas?  ¿Las escuchamos? ¿Qué nos pasa a nosotros frente a las mismas y frente a las imágenes de niños en situación de calle? ¿Las pensamos o las ignoramos? ¿Qué hacemos frente a estos encuentros donde niños de edades parecidas viven infancias en las que comparten y a su vez los diferencia muchas cosas? ¿Qué les pasará a los niños en esos encuentros? ¿Qué pensarán?

Reflexionar en función de estas preguntas y pensar en las posibles estrategias para abordar las inquietudes de los niños es nuestro gran desafío como educadores.
La capacidad de empatía y las conductas pro-sociales deben ser estimuladas y trabajadas desde el nivel inicial, a partir de las posibilidades cognitivas y afectivas de cada uno. Retomar las visualizaciones y las inquietudes de los niños resulta muy valioso para construir conocimientos en relación al mundo, a la solidaridad, así como al respeto y cuidado por el otro. Más aún cuando además de un conflicto cognitivo se observa un conflicto afectivo.
Pero como ya se señalase, resulta fundamental que primero como adultos educadores pensemos estos encuentros, las desnaturalicemos sabiendo también de la importancia de aprender a abordarlos con los niños desde que son pequeños. La visibilidad de algunas de las prácticas sociales de “chicos en situación de calle” como lo es el mendigar o acompañar a algunos adultos a hacerlo, pueden contribuir a la constitución y reforzamiento de ciertas  representaciones y categorías sociales como lo es referir a un niño como: “chico de la calle”. Es por ello que los educadores deben capacitarse para buscar, seleccionar material y generar estrategias de abordaje que den espacio para que sus alumnos puedan poner en palabras sus ideas, sentimientos así como también se los acompañe a conocer y descubrir distintas realidades sociales que forman parte de su entorno.

INSTANTÁNEA DE UN ENCUENTRO ENTRE DOS NIÑOS

El siguiente es un registro de una observación de un encuentro que duró muy pocos minutos entre dos niños de casi la misma edad:
 “Una mujer de unos 20 y pico años, (a quién llamaremos Mujer A) está sentada en el suelo contra una pared, junto al ingreso de una sucursal del barrio de Recoleta de una cadena de farmacias muy conocida en la ciudad de Buenos Aires. La mujer tiene la mirada perdida hacia la calle y las piernas estiradas. En sus brazos sostiene a un bebé de pocos meses. El bebé duerme.  A su derecha un niño de unos cuatro años, está sentado con su  cabeza apoyada en un escalón. En una de sus manos sostiene con fuerza contra su cuerpito una bolsita traslúcida que deja entrever que adentro, hay una caja pequeña de jugo y un paquete de galletitas ya abierto. El trío es cercado por unas cuantas bolsas de plásticos y mantas que les pertenecen.
De repente otra mujer (que denominaremos Mujer B ), sale de la farmacia junto a un niño de unos tres o cuatro años de la mano y se tropieza con las piernas de la mujer que está en el suelo. La Mujer B dirigiéndose a ésta le pide disculpas y le dice que si permanece sentada de esa manera otro la va a volver a pisar. El chiquito que estaba recostado al lado de la Mujer A abandona la posición que lo tenía ocupado desde hacía varios minutos para incorporarse, sorprendido por la situación. Mira al niño (que está vestido con su uniforme escolar) y luego señala con su dedito a la gran y colorida bolsa que éste tiene en una de sus manos y que tiene la imagen y el nombre de una conocida juguetería que queda a una cuadra. El niño B, también lo mira y como respuesta al señalamiento del niño hacia la bolsa, éste lo sostiene con más fuerza, como hace casi todo niño de esa edad ante un objeto preciado.   La Mujer A sin mirar  a otra  mujer, se reacomoda, cruzando sus piernas, reorganiza las bolsas que la rodean. Mientras tanto el Niño A continúa incorporado, pero ahora de pie, esforzándose por seguir  con su mirada los movimientos que hacen la Mujer B con el niño de la bolsa colorida, que también se esfuerza por darse vuelta para mirarlo. Luego éstos se detienen frente  a una vidriera de una librería, la observan, señalan algo y entran. El Niño A  sin hablar, se sienta nuevamente en la vereda, abre su bolsita que en ningún momento soltó, saca una galletita, el juguito y un autito. Mientras come juega con un paquete.
La observación registrada ilustra las caras contrastantes de un proceso de polarización creciente a partir del encuentro de un niño en situación de calle y otro de más o menos la misma edad, que no comparte dicha situación.
Una de las consecuencias de las profundas  transformaciones a nivel global y local del tejido social, es que dieron una mayor visibilidad a dos figuras de la infancia argentina: “el niño de la calle” y “el niño consumidor”. Como lo señala Minujín (1999), a partir de sus prácticas  sociales y los procesos socioculturales que debieron atravesar los niños en nuestro país, como los de otros países de Latinoamérica, quedó evidenciada la complejización y heterogenización de la estructura social Argentina. Por un lado la mayor visualización de la figura del “niño de la calle” surge como indicadores del impacto de la destrucción del modelo productivo y del empleo, con el consecuente deterioro de las familias de distintos sectores sociales, generando así su expulsión del modelo imperante y/o la salida de los hijos a la calle. Por otro lado estas figuras de la infancia, dan cuenta de la fuerza económica que ha adquirido un mercado global y trasnacional el cuál a través de sus productos y bienes de diverso tipo, constituyen un nuevo paisaje cultural que cautiva a niños de distintos sectores sociales. Dicho paisaje es presentado les es mostrado principalmente a través de la televisión comercial publicitaria, así como también mediante la exhibición de productos en las vidrieras de los comercios.
En el encuentro descripto en la instantánea, se traducen procesos de deterioro social, de consumo ampliado, así como también el mismo da cuenta de un acceso desigual a la posibilidad de consumo, que se combinan de manera paradójica y conlleva a un inevitable impacto en el cuerpo social infantil. Por un lado las marcas del procesos de diferenciación social, dan cuenta del distanciamiento del tipo de experiencias y prácticas sociales: mientras el Niño A acompaña a mendigar a un familiar y/o allegado, el Niño B acompaña a realizar una compra. Y por otro la paradoja está en que ambos niños son constituidos hacia el interior de una homogenización cultural impuesta por políticas de mercado de una sociedad globalizada, donde los gustos y el interés por acceder a cierto tipo de  lenguajes, medios y objetos de consumo[1] puede ser compartida. Cabe remarcar que los productos que se ofrecen a la población en cuestión, son partes del proceso de expansión global de los imaginarios (García Canclini, 1999) en este caso, de la infancia. 
Ahora bien…
-Que el problema es complejo. Es cierto.
-Que debemos cuidar de no generar en los niños que pueden acceder, consumir y  disfrutar de variadas experiencias culturales, un sentimiento de culpa por poder hacerlo, también es cierto.
Pero también es cierto que es nuestro compromiso como educadores acompañar a nuestros alumnos a encontrar posibles repuestas a sus preguntas así como ayudarlos a comenzar a comprender la existencia de la complejidad de las realidades sociales.
Enseñar a comenzar a conceptualizar, a mostrar distintas maneras de representar estas realidades a través de los medios, hablar sobre esas representaciones, también sobre las ideas y experiencias de los niños pequeños frente a estos encuentros. Enseñar y dar espacio para recrearlos, es una forma de acompañar a los niños que no están en “situación de calle”, a que comiencen a entender una realidad social difícil así como también generar conductas de respeto y solidaridad.
Bibliografía:
·         García Canclini, Nestor (1999). “El consumo cultural: una propuesta teórica” en Sunkel. G (comp), El consumo en América Latina. Construcción teórica y líneas de investigación, Santa Fe de Bogota. Convenio Andrés Bello.
·         Sarlo, Beatriz (2009). La ciudad vista, Bs As, Siglo XXI.

          Algunas ideas y medios para trabajar con los niños de 4 y 5 años sobre estas realidades sociales:
-       Trabajar en la observación de la serie de Antonio Berni sobre Juanito Laguna. Estimularlos a que expresen lo que ven, lo que sienten y con qué otras imágenes antes vistas por ellos pueden relacionarlas.
-        Breve reseña de la vida del autor, remarcando los hechos que lo sensibilizaron y dieron lugar a esas obras.
-       Visitar museos donde haya obras del autor (MNBA, MALBA). Identificar materiales de las obras y averiguar donde el autor los buscaba. Pensar por qué para él sería importante usar esos materiales y no otros.
-       Recrear a partir de las imágenes historias. Dramatizarlas. Armar producciones audiovisuales
Para ver más, informarse y conocer otros recursos posibles para trabajar con las obras de Berni, visitar:
-       Otro medio que recomiendo presentar para trabajar en relación a estos “encuentros” es el libro álbum de Anthony Brown: “Voces en el parque”.     México. Fondo de Cultura Económica, 1999. Ver reseña en:




[1] Se entiende por consumo al “conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los productos” (García Canclini , 1999; 34) y que forman a su vez parte del ciclo de producción y circulación de bienes.